Cursiva
No lo vas a entender hasta que no quieras entenderlo.
Da igual si te lo explico.
Da igual cómo te lo explico.
Entiende el que quiere,
entiende el que puede,
pero también el que quiere poder.
Yo soy cursiva, como la letra.
Todo me sale —yo hago que me salga, necesito que me salga— torcido.
La vida, al menos la mía, es un torrente de obligaciones que te arrastra.
Un torrente de personas con más ímpetu que tú, que te dicen qué es lo correcto, por dónde tirar y qué vas a hacer a las 8:45 del quinto día del séptimo mes.
Si me apuras, te dirán cuánta hambre tienes que tener, qué ropa llevar y cómo te tendrás que sentir.
Soy cursiva, y además tengo la letra fea.
Creo que, mientras me detengo en hacer unas líneas acordes a lo que la media llama "perfección" según sus características simétricas absurdas, entre otras, me pierdo mucho de la espontaneidad que ofrece la vida.
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