Refugio

El refugio.

Tod@s necesitamos uno.

Es el lugar en el que te tumbas después de comer, cuando no quieres pensar en obligaciones y solo quieres mirar y callar.

Un sitio en el que observar cómo gira el mundo sin que nadie te vea girar a ti. Un lugar en el que solo ser.

Un refugio que sirva también para verbalizar, cuando te apetece hablar. Y quejarte de todo sin que te acuse nadie de quejica. Donde cagarte en la puta sin que te acusen de machista o cagarte en Dios y que nadie se ofenda.

El refugio debe ser un lugar familiar… y si no es físico, es psicológico, pero es familiar. Porque lo conoces bien, porque es suave, es blandito… puedes venir borracho y tropezar.

El refugio es un lugar donde eres tú, donde nadie te va a juzgar, reprochar ni exigir. Nadie te va a pedir que te arregles, que te afeites, que te maquilles o que te cortes las uñas. Es tu puto refugio, donde estás cuando no puedes más… cuando eres consciente de tu soledad.

Hay refugios improvisados, cuando, a pesar de estar rodeado de gente, consigues aislarte, evadirte, disociar… Hay refugios momentáneos, como ir al baño a simplemente ser tú mientras meas, y nada más.

Hay refugios más elaborados… cuando tienes el hueco de tu culo perfectamente adaptado en el sofá, el mando a distancia con tus huellas, y el cojín lleva tu ADN desperdigado por su tela.

El refugio de tu almohada… cuando la agarras en silencio a oscuras y te lleva un poquito a esa zona de niñ@ en que la agarrabas igual, y eras solo un/a niñ@… solo un/a niñ@...

Pero el más difícil, y el segundo más importante, es el refugio en compañía…

Ese sentir su piel, ese saber que se interesa por ti, por tu mierda de día o por tu grandísimo día. Esa empatía… ese refugio que es capaz de reunir todas las características de los anteriores refugios descritos y que, además, no eres tú mism@. Ser el refugio de otra persona y ser, al mismo tiempo, tu propio refugio… eso debe ser la puta ostia…

Mimc